Puedo decir que mi
relación con Dios inicio en la etapa de
mi juventud, cuando era pequeña mi Mamá
me llevaba a la iglesia pero yo no entendía porque era importante asistir cada
domingo a la iglesia, mi primera comunión jamás tuvo sentido, no recibí una preparación que me
permitiera entender la razón del porque debía tomar la consagración y esto al
parecer era muy importante. Y así fui por el mundo durante mis primeros 20 años
negando en la universidad la importancia de la iglesia en esta mi religión
católica. Me era muy clara la existencia de Dios pero no lograba vincularme con él, lo
percibía como un ser lejano omnipotente incapaz de entender las debilidades
humanas. Sin embargo Dios en su infinita misericordia me hizo entender la
importancia de servir, de entregarnos como él se entregó por nosotros en la
cruz solo por amor, me mostró un mundo que para mí no existía, era un mundo
lleno de sufrimiento, dolor, ignorancia, frustración y odio a sus semejantes,
personas que carecían de lo mínimo y que su principal preocupación era
subsistir, entendí que me correspondía ayudar de acuerdo a mis posibilidades,
pero no más allá de mis fuerzas, sin llegar a lo glorioso solo a lo necesario.
Pero algo cambio en mí,
me di cuenta de la importancia de crear
un cambio a favor de los más necesitados, de los que sufren, de los que no encuentran el camino, Sí, de
forma tácita hice un compromiso con Dios
buscaría la forma de ayuda a las personas y es ahí donde surge mi amor por la
docencia, durante 15 años he trabajado con jóvenes tratando de dejar algo más
que el simple conocimiento. Cada vez me exigía más, buscaba la perfección en
cada una de mis actividades no le puedes ofrecer a Dios cada día un trabajo de
mala calidad. Y entonces llego el Parkinson esa enfermedad incapacitante,
progresiva y sin cura, creo que muy pocas personas pueden entender lo que esto
significa, todos vamos a morir pero no sabemos en qué momento, yo tampoco lo sé
pero en mi caso es como una sentencia de muerte que en cualquier momento puede
llegar la fecha de vencimiento.
Nunca me he preguntado
el por qué de este cambio de vida, sin embargo el para que si es una pregunta
que requiere respuesta, desafortunadamente hasta la fecha no he logrado encontrarla,
han sido 9 año de continuo sufrimiento la mayoría de las personas me ven casi
normal con mis desmayos mi falta de movilidad y rigidez, parece que son mis
principales problemas.
Sin embargo en la
privacidad de mi hogar mi realidad es
muy distinta, los dolores son insoportables, el no poder levantar la sabana, no
poder sostener un vaso, mi sueño se reduce a dos o tres horas, mis ataques de
pánico, mi miedo a la oscuridad, mis continuas depresiones provocadas por los
medicamentos me impide en este momento llevar una vida qué algunos llamarían
digna.
Pero quien soy yo para
cuestionar esta enfermedad que llego así, sin previo aviso, sin razón aparente,
en una persona que cuidaba su salud y alimentación, lo que puedo reconocer es
que gracias al Parkinson mi vida ha cambiado, me convirtió en una persona con
mayor calidad humana, paciente, tolerante,
mi relación con Dios ha llegado a un nivel superior, puedo entenderlo y
escucharlo, sin embargo me corresponde a mi encontrar el sentido de esta
enfermedad, no tengo miedo, no me asusta lo que pase después de la muerte, solo
me preocupan mis princesas aún son muy pequeñas para que las abandone, no
obstante las he preparados para superar mi ausencia. Desearía pensar que he
generado un cambio con proyecto Mirada, que realmente las personas pueden
entender la importancia de respetar a las personas con discapacidad y
aceptarlas, pero pienso que sería
demasiada vanidad de mi parte, son pocos a
los que se les otorga el don de hacer algo sublime, tal vez mi
enfermedad solo tiene una razón y es salvar mi alma, doy gracias por eso y
acepto compartir mi cruz con la cruz de cristo y esperar el momento que el
considere oportuno para dejar este mundo y reencontrarme con el ser supremo
Janet